Childlike Trust / La Confianza Como los Niños

Now that I have two little boys I am often thinking about all the times in Scripture that children are depicted as the height of sanctity. On one hand, this doesn’t make a whole lot of sense. I see my two year old climbing on top of our table and getting close to jumping off and immediately think to myself, “Why are we supposed to be more like children?”

But on the other hand, it is really easy to see how Christ calls us to be more like children in today’s Gospel. They have such a beautiful innocence, they are humble because they rely on their parents for almost everything, they are more loving than anyone, and they have a contagious joy that fills the home.

There are certainly difficult moments when raising children, especially two that are under two, but the beautiful moments far outweigh the difficult ones and they even give the difficult ones purpose. When I watch my two year old laugh out loud at the wonder of bubbles or my two month old smile when he figures out his voice for the first time, I am in love.

I have to imagine that this is a small glimpse of the way God sees us all. We are all so small and insignificant compared to the glory of God, however, he chooses to love us unconditionally. We are completely dependent on God and he chooses to love us and protect us and keep us in his care. Sometimes we do things that don’t make sense. God loves us through those moments too. Like a good father guiding his children through life, God is with us.

I think perhaps today’s Gospel is meant to be read as a love letter from a father to his children. He is not so much asking us to go back to a time where we weren’t as aware of things or didn’t have knowledge of the truth, but rather, he is asking us to trust. Like the child who trusts his parents completely, God wants the same trust and humility from us so he can take care of us.

This is perhaps why the Catechism in paragraph 142 states, “By faith, man completely submits his intellect and his will to God. With his whole being man gives his assent to God the revealer. Sacred Scripture calls this human response to God, the author of revelation, the obedience of faith.”

God wants all of us. He wants us to trust him with everything that we are. This becomes difficult if we think we can do it all on our own and become our own god. But if we have the humility of a child and trust in our loving father, then God is able to love us the way that he desires, with pure, full, unconditional love.

From all of us here at Diocesan, God bless!

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Ahora que tengo dos hijos pequeños, a menudo pienso en todas las veces en las Escrituras donde se describe a los niños como la cumbre de la santidad. Por un lado, esto no tiene mucho sentido. Veo a mi hijo de dos años trepándose en la mesa a punto de saltar y de inmediato pienso: “¿Por qué se supone que debemos ser más como niños?”

Pero, por otro lado, es muy fácil ver cómo Cristo nos llama a ser más como niños en el Evangelio de hoy. Tienen una inocencia tan hermosa, son humildes porque confían en sus padres para casi todo, son más cariñosos que nadie y tienen una alegría contagiosa que llena el hogar.

Sin duda, hay momentos difíciles cuando se crían los hijos, especialmente dos que tienen menos de dos años, pero los momentos hermosos superan bastante a los difíciles e incluso les dan un propósito a los difíciles. Cuando veo a mi hijo de dos años reír a carcajadas ante la maravilla de las burbujas o a mi hijo de dos meses sonreír cuando descubre su voz por primera vez, quedo enamorado.

Tengo que imaginar que esto es un pequeño vistazo de la forma en que Dios nos ve a todos. Todos somos tan pequeños e insignificantes comparados con la gloria de Dios, sin embargo, Él elige amarnos incondicionalmente. Somos completamente dependientes de Dios y Él elige amarnos, protegernos y mantenernos bajo su cuidado. A veces hacemos cosas que no tienen sentido. Dios nos ama también en esos momentos. Como buen padre que guía a sus hijos a lo largo de la vida, Dios está con nosotros.

Creo que tal vez el Evangelio de hoy debe leerse como una carta de amor de un padre a sus hijos. No nos está pidiendo tanto que volvamos a un tiempo en el que no éramos tan conscientes de las cosas o no teníamos conocimiento de la verdad, sino que nos está pidiendo que confiemos. Como el niño que confía completamente en sus padres, Dios quiere la misma confianza y humildad de nosotros para poder cuidar de nosotros.

Tal vez por eso el Catecismo, en el párrafo 143, afirma: “Por la fe, el hombre somete completamente su inteligencia y su voluntad a Dios. Con todo su ser, el hombre da su asentimiento a Dios que revela. La sagrada Escritura llama ‘obediencia de la fe’ a esta respuesta del hombre a Dios que revela.”

Dios nos quiere a todos. Quiere que le confiemos todo lo que somos. Esto se vuelve difícil si pensamos que podemos hacerlo todo por nosotros mismos y convertirnos en nuestro propio dios. Pero si tenemos la humildad de un niño y confiamos en nuestro padre amoroso, entonces Dios es capaz de amarnos como él desea, con un amor puro, pleno e incondicional.

De parte de todos nosotros aquí en Diocesan, ¡Dios los bendiga!

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Tommy Shultz is a Business Development Representative for Diocesan. In this role he is committed to bringing the best software to dioceses and parishes while helping them evangelize on the digital continent. Tommy has worked in various diocese and parish roles since his graduation from Franciscan University with a Theology degree. He hopes to use his skills in evangelization, marketing, and communications, to serve the Church and bring the Good News to all. His favorite quote comes from St. John Paul II, who said, “A person is an entity of a sort to which the only proper and adequate way to relate is love.”

Feature Image Credit: Robert Collins, https://unsplash.com/photos/four-boy-playing-ball-on-green-grass-tvc5imO5pXk

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