The BribeEl soborno

It is a little strange being a parent of two little boys. There are so many moments that I look back and remember myself as a child and I start to slip into the same verbiage my parents would use on me. One of those classic parent examples is when we bribe our kids. Please just go to bed and I will give you anything you want tomorrow. Bribing is a last ditch effort after we have exhausted every other possibility and it shows us concretely that we are not perfect. 

But then we come to the first reading today. We hear about a God who will give us everything we ask as long as we keep his commandments and do what pleases him. Doesn’t it sound like God is bribing us? As if we are those little children fighting sleep, God is simply asking us to obey His commandments and we will get whatever we want. 

If you are anything like me, this verse is a little troubling at first glance. It doesn’t seem like a loving God should be bribing us. Maybe another thought you are having is that you have followed God’s commandments and asked for something and did not receive it in the exact way that you wanted. So we have two “issues” that I want to address today. 

Both of these can be addressed with a simple reality. The reality is that we are made by God and our hearts long for Him. If God has created us then it is in living by His laws that we will be most perfectly happy and fulfilled. With this principle in mind, I think it opens up the beauty of this verse and destroys the questions. God asks us to obey his commandments. He doesn’t do this as a bribe, but rather because as a loving father. He knows that if we follow his ways we will be living our lives to the fullest. If we disobey Him we start to lose a part of who we are. 

Further, God is not a magic genie. He is not here to grant us three wishes. God desires more than anything that we become united fully with Him in heaven. If we are living in accord with our Creator then our deepest desire will be union with Him. In this sense, God answers our deepest desire when we follow His commandments. Notice that it is not out of duty or expectation, but we follow Him out of love because we desire unity with Him. 

Let’s pray for the grace today and every day that we would be able to follow God’s commandments so that we can ultimately have our deepest desire filled, the desire of unity with Him. 

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Es un poco extraño ser padre de dos niños pequeños. Hay muchos momentos en los que miro hacia atrás y me acuerdo de ser niño y empiezo a recurrir a la misma palabrería que mis padres utilizaban conmigo. Uno de esos ejemplos clásicos de padres es cuando sobornamos a nuestros hijos. Por favor, vete a la cama y te daré lo que quieras mañana. El soborno es un último esfuerzo después de haber agotado todas las demás posibilidades y nos muestra concretamente que no somos perfectos.

Pero luego llegamos a la primera lectura de hoy. Oímos hablar de un Dios que nos dará todo lo que le pidamos siempre y cuando cumplamos sus mandamientos y hagamos lo que le agrada. ¿No suena como si Dios nos estuviera sobornando? Como si fuéramos esos niños pequeños que pelean por no ir a dormir, Dios simplemente nos está pidiendo que obedezcamos sus mandamientos y obtendremos todo lo que queramos.

Si eres como yo, este versículo es un poco inquietante a primera vista. No parece que un Dios amoroso deba sobornarnos. Quizás otro pensamiento que tengas es que has seguido los mandamientos de Dios y has pedido algo y no lo has recibido exactamente de la manera que querías. Así que tenemos dos “asuntos” que quiero abordar hoy.

Ambos pueden abordarse con una simple realidad. La realidad es que fuimos creados por Dios y nuestros corazones anhelan estar con Él. Si Dios nos ha creado, entonces al vivir según sus leyes seremos más felices y realizados. Con este principio en mente, creo que se abre la belleza de este versículo y se destruyen las preguntas. Dios nos pide que obedezcamos sus mandamientos. No lo hace como un soborno, sino más bien como un Padre amoroso. Él sabe que si seguimos sus caminos vamos a vivir la vida al máximo. Si lo desobedecemos, comenzamos a perder una parte de lo que somos.

Además, Dios no es un genio mágico. No está aquí para concedernos tres deseos. Dios desea más que nada que nos unamos plenamente a Él en el cielo. Si vivimos de acuerdo con nuestro Creador, nuestro deseo más profundo será la unión con Él. En este sentido, Dios responde a nuestro deseo más profundo cuando seguimos sus mandamientos. Ten en cuenta que no lo hacemos por obligación ni por expectativa, sino que lo seguimos por amor porque deseamos la unidad con Él.

Oremos hoy y todos los días por la gracia de poder seguir los mandamientos de Dios para que finalmente podamos ver satisfecho nuestro deseo más profundo, el deseo de la unidad con Él.

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Tommy Shultz is a Business Development Representative for Diocesan. In this role he is committed to bringing the best software to dioceses and parishes while helping them evangelize on the digital continent. Tommy has worked in various diocese and parish roles since his graduation from Franciscan University with a Theology degree. He hopes to use his skills in evangelization, marketing, and communications, to serve the Church and bring the Good News to all. His favorite quote comes from St. John Paul II, who said, “A person is an entity of a sort to which the only proper and adequate way to relate is love.”

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El soborno
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EpiphaniesLas epifanias

The journey of our lives to Christ is rarely a straight path. Especially for those who were baptized into the Catholic faith as babies, we often need to find our own way by winding roads and paths until we arrive at and embrace faith as our own. Merriam-Webster defines “epiphany” as “a usually sudden manifestation or perception of the essential nature or meaning of something.” Almost always, this entails a “Aha!” moment, which changes the course of the story. 

I experienced this in my own life in the middle of the Covid pandemic. When the world began to shut down, I finally knew that I was not alone, and that I never had been. You see, I found myself newly pregnant for the fifth time with no living children, after having experienced loss after loss. In my pain and struggle, I had turned from God the previous fall when it seemed door after door had closed for the opportunity to have a child. 

But while the world was radically changing, I had an incredible moment which can only be described as an epiphany from the Holy Spirit: I became acutely aware that I was not alone, nor had I ever been alone. Struggling with feeling alone was something that had plagued me throughout my life. And now, suddenly, in the middle of a world that was radically shifting toward being apart, I came to believe that I was not alone, had never been alone, and will never be alone. How radical! 

It is also radical that, in the course of human history – of salvation history – God would reveal Himself to all of humanity. After all, God was the God of Israel. And yet, God planned to reveal Himself in the form of a helpless baby to all nations. Juxtapositions abound with God, and somehow they all make sense. Today, as we celebrate the Solemnity of The Epiphany of the Lord, may we always be open to the seeming contradictions that God places in our lives and be willing to learn from them.

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El camino de nuestra vida hacia Cristo rara vez es un camino recto. Especialmente para aquellos que fueron bautizados en la fe católica cuando eran bebés, a menudo tenemos que  encontrar nuestro propio camino por calles y senderos curvados hasta que llegamos a la fe y la abrazamos como propia. Merriam-Webster define “epifanía” como “una manifestación o percepción generalmente repentina de la naturaleza o el significado esencial de algo”. Casi siempre, esto implica un momento “¡Ajá!”, que cambia el curso de la historia.

Experimenté esto en mi propia vida en medio de la pandemia de Covid. Cuando el mundo comenzó a cerrarse, finalmente supe que no estaba sola y que nunca lo había estado. Me encontré embarazada por la quinta vez sin ningún hijo vivo, después de haber experimentado pérdida tras pérdida. En mi dolor y batalla, me había alejado de Dios el otoño anterior cuando parecía que se había cerrado puerta tras puerta acerca de la oportunidad de tener un hijo.

Pero mientras el mundo cambiaba radicalmente, tuve un momento increíble que sólo puede describirse como una epifanía del Espíritu Santo: me di cuenta de que no estaba sola, ni nunca lo había estado. Pelear con la sensación de soledad era algo que me había atormentado durante toda la vida. Y ahora, de repente, en medio de un mundo que estaba cambiando radicalmente hacia la separación, llegué a creer que no estaba sola, que nunca había estado sola y que nunca lo estaría. ¡Qué radical!

También es radical que, en el curso de la historia humana – de la historia de la salvación – Dios se revelara a toda la humanidad. Después de todo, Dios era el Dios de Israel. Y, sin embargo, Dios planeó revelarse en la forma de un bebé indefenso a todas las naciones. Las yuxtaposiciones abundan con Dios, y de alguna manera todas tienen sentido. Hoy, mientras celebramos la Solemnidad de la Epifanía del Señor, que siempre estemos abiertos a las aparentes contradicciones que Dios pone en nuestras vidas y estemos dispuestos a aprender de ellas.

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Mary Thissen is a St. Louis native living in East Central Illinois with her husband and children. She is blessed with twin boys Earthside and four children now living in Heaven. When she is not working as a healthcare data analyst or caring for her boys, she enjoys studying and writing about the Catholic faith and ministering to women who are suffering through miscarriage or infertility. You can connect with Mary on Instagram @waitingonmiracles. 

Feature Image Credit: Adam_Tumidajewicz, pixabay.com/photos/path-rural-nature-road-countryside-6567149/

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Las epifanias
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Behold, the Lamb of GodHe aquí el Cordero de Dios

Credited with establishing Catholic Schools in the United States of America, we owe much to St. Elizabeth Ann Seton. As a young wife and mother of five, she didn’t set out to head up a religious order. She wasn’t looking to launch a system of education. Rather, like Andrew in today’s Gospel, she simply pointed others to Jesus Christ. 

The child of an Episcopalian physician, as a young woman, Elizabeth helped found the Society for Relief of Poor Widows with Children, one of the first charitable institutions in New York City. She married William Seton in 1794 and by 1803 had 5 children. When William became ill, she traveled with William and their oldest child to Italy for William’s health. Unfortunately, William passed away from tuberculosis in Italy. 

However, Elizabeth’s experiences with the people and the Church in Italy prompted her to convert to Catholicism upon her return to New York City. This was a time of strong anti-Catholic sentiment in the United States. Finding herself ostracized for her faith and in financial difficulty as a widow with children, she founded a school for boys. Her school caught the attention of the president of St. Mary’s College in Baltimore, a priest, who would later become a bishop. Joined in her work by other young women, in 1809, they took vows before Archbishop John Carroll and became the Sisters of St. Joseph, the first American-based religious community for women in the United States. 

Mother Seton, as she was known, and the Sisters of St. Joseph moved their home to Emmitsburg, Maryland where they opened a school for poor girls. This parish school is considered to be the first parochial school in the United States. 

Her desire to live out her faith by serving others drew people to her, first the women who formed the Order of the Sisters of St. Joseph and then her parish students and families. By reaching out to the poor of their parish, the Sisters of St. Joseph echoed Andrew’s actions in today’s Gospel. Without Andrew listening to John the Baptist and pointing the way for his brother, there would have been no Peter. 

Like Andrew, our actions speak louder than our words. It is by serving our community, by reaching out to those most in need that we too point others to Jesus Christ. May this continue to be the mission for every Catholic School today. May we never forget the example of St. Andrew or of St. Elizabeth Ann Seton, that through our words and actions, may we always point to the Lamb of God.

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A Elizabeth Ann Seton se le atribuye el establecimiento de las escuelas católicas en los Estados Unidos de América. Como joven esposa y madre de cinco hijos, no era su propósito dirigir una orden religiosa. No buscaba lanzar un sistema de educación. Más bien, como Andrés en el Evangelio de hoy, simplemente señaló a otros a Jesucristo.

Hija de un médico Episcopaliano, cuando era joven, Elizabeth ayudó a fundar la Society for Relief of Poor Widows with Children (Sociedad para el Socorro de las Viudas Pobres con Niños), una de las primeras instituciones de caridad en la ciudad de Nueva York. Se casó con William Seton en 1794 y en 1803 tenía 5 hijos. Cuando William enfermó, viajó con William y su hijo mayor a Italia para cuidar su salud. Desafortunadamente, William falleció de tuberculosis en Italia.

Sin embargo, las experiencias de Elizabeth con la gente y la Iglesia en Italia la impulsaron a convertirse al catolicismo a su regreso a la ciudad de Nueva York. Esta era una época de fuerte sentimiento anticatólico en los Estados Unidos. Al verse condenada al ostracismo por su fe y en dificultades económicas como viuda con hijos, fundó una escuela para varones. Su escuela llamó la atención del presidente de St. Mary’s College en Baltimore, un sacerdote que más tarde se convertiría en obispo. En 1809, junto con otras jóvenes, tomaron los votos ante el arzobispo John Carroll y se convirtieron en las Hermanas de San José, la primera comunidad religiosa para mujeres con sede en Estados Unidos.

La Madre Seton, como se la conocía, y las Hermanas de San José trasladaron su hogar a Emmitsburg, Maryland, donde abrieron una escuela para niñas pobres. Esta escuela parroquial se considera la primera escuela parroquial de Estados Unidos.

Su deseo de vivir su fe sirviendo a los demás atrajo a la gente, primero a las mujeres que formaron la Orden de las Hermanas de San José y luego a los estudiantes y familias de su parroquia. Al acercarse a los pobres de su parroquia, las Hermanas de San José se hicieron eco de las acciones de Andrés en el Evangelio de hoy. Sin Andrés, que escuchó a Juan Bautista y señaló el camino a su hermano, no habría existido Pedro.

Al igual que Andrés, nuestras acciones hablan más que las palabras. Al servir a la comunidad y al tender la mano a los más necesitados, también nosotros podemos señalar a los demás a Jesucristo. Que esta siga siendo la misión de todas las escuelas católicas hoy. Que nunca olvidemos el ejemplo de San Andrés o de Santa Elizabeth Ann Seton, que, a través de nuestras palabras y acciones, siempre podemos señalar al Cordero de Dios.

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Sheryl’s first calling is to be wife and partner to Tom, who is a Permanent Diaconate in the Diocese of Kalamazoo. She also gets to live out her passion for teaching and learning by serving as a teaching principal at St. Therese Catholic School in Wayland, Michigan. Home is full with Carlyn, our goofy golden retriever, Lucy, our terrier mix wild child, and Mila, our rescue Bernese Mountain dog whose happy bouncing and wagging tail reminds us to find joy in every moment of every day.

Feature Image Credit: Erik Mclean, unsplash.com/photos/white-and-red-flip-top-cigarette-box-on-brown-wooden-table-Bgd_03zqF9Q

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He aquí el Cordero de Dios
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Jesus is Here Now and AlwaysJesús está aquí ahora y siempre

Today’s reading evokes excitement, curiosity, and anticipation for what is to come. How many of us are waiting to be saved from something? From the financial stresses of life, illness, an exhausting season of work and parenting, boredom, or even a trip to the DMV; we’re all waiting to be saved from something. 

My ever efficient husband had to go to the DMV and expected to pay a hefty fee for a necessary service. Dreading the possibility of a slow and expensive affair, I asked God to intervene on his behalf. To my surprise, my prayer was heard! The clerk was not only speedy but also provided an alternative which cut the fee in half. This DMV clerk saved the day! 

I’m not sure why I was surprised by an answered prayer. Hasn’t God answered so many prayers? Are not the Scriptures full of promises that our Father hears our prayers (Prov 15:29)? Doesn’t today’s Gospel explicitly testify that the “Lamb of God who takes away the sin of the world,” our Savior, has come? I suppose I was shocked because I felt that my prayer was insignificant compared to prayers for eternal salvation. Apparently, God sees things differently. 

This Gospel reading was intentionally chosen for today’s feast of the Most Holy Name of Jesus. The name that Gabriel gave to Joseph for the blessed Child means, “God saves”. How and from what does God save? St. Bernadine tells us:

“Glorious name [Jesus],  gracious name, name of love and of power! Through you sins are forgiven, through you enemies are vanquished, through you the sick are freed from their illness, through you those suffering in trials are made strong and cheerful. You bring honor to those who believe, you teach those who preach, you give strength to the toiler, you sustain the weary.”

Jesus, the Lamb of God who takes away the sin of the world, doesn’t only care about our eternal salvation but chooses to bring it about through the very things in this life that wear us down. That summer day, He chose to step into the mundane chore of a trip to the DMV. Being the understanding and compassionate Savior that He is, he most often shows us His love and power through the “little” trials of daily life. 

The moments in life that seem insignificant to us are not trivial for God, for, they are precisely how He saves us through Jesus Christ. He enters our spaces, stresses, sickbeds, our daily grind, even the DMV to prove, “I am here. I am here for you. I am here right now and always.” That is what Jesus did for my husband, and that is what He wants to do for you today. 

“Behold, the Lamb of God, who takes away the sin of the world” (John 1:29).

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La lectura de hoy evoca emoción, curiosidad y anticipación por lo que está por venir. ¿Cuántos de nosotros estamos esperando ser salvados de algo? Desde las tensiones financieras de la vida, la enfermedad, una temporada agotadora de trabajo y crianza de los hijos, el aburrimiento o incluso un viaje al Departamento de Vehículos Motorizados (DVM); todos estamos esperando ser salvados de algo.

Mi esposo siempre eficiente tuvo que ir al DVM y esperaba pagar una tarifa considerable por un servicio necesario. Temiendo la posibilidad de un asunto lento y costoso, le pedí a Dios que interviniera por él. ¡Me sorprendí bastante cuando mi oración fue escuchada! El empleado no sólo le ayudó ágilmente, sino que también sugirió una alternativa que redujo la tarifa a la mitad. ¡Este empleado fue el héroe del día!

No estoy segura de por qué me sorprendí tanto por una oración respondida. ¿Acaso Dios ya no ha respondido a tantas oraciones? ¿Acaso las Escrituras no están llenas de promesas de que nuestro Padre escucha nuestras oraciones (Proverbios 15,29)? ¿No testifica el Evangelio de hoy explícitamente que ha llegado el “Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo”, nuestro Salvador? Supongo que me sorprendí porque sentí que mi oración era insignificante comparada con las oraciones por la salvación eterna. Aparentemente, Dios ve las cosas de otra forma.

Esta lectura del Evangelio fue elegida intencionalmente para la fiesta del Santísimo Nombre de Jesús el día de hoy. El nombre que Gabriel le dio a José para el Niño bendito significa “Dios salva”. ¿Cómo y de qué salva Dios? San Bernardino nos dice:

“Nombre glorioso [Jesús], nombre misericordioso, nombre de amor y de poder. Por ti se perdonan los pecados, por ti se vencen los enemigos, por ti se liberan los enfermos de sus enfermedades, por ti se fortalecen y alegran los que sufren en las pruebas. Tú honras a los que creen, enseñas a los que predican, das fuerza a los que trabajan, sostienes a los cansados”.

Jesús, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, no solo se preocupa por nuestra salvación eterna, sino que elige hacerla realidad a través de las mismas cosas de esta vida que nos desgastan. Ese día de verano, eligió emprender la tarea mundana de un viaje al DVM. Siendo el Salvador comprensivo y compasivo que es, la mayoría de las veces nos muestra Su amor y poder a través de las “pequeñas” pruebas de la vida diaria.

Los momentos de la vida que nos parecen insignificantes no son triviales para Dios, porque son precisamente cómo nos salva a través de Jesucristo. Entra en nuestros espacios, tensiones, lechos de enfermos, nuestra rutina diaria, incluso el DVM para demostrar: “Estoy aquí. Estoy aquí para ti. Estoy aquí ahora mismo y siempre estaré”. Eso es lo que Jesús hizo por mi esposo, y eso es lo que quiere hacer por ti hoy.

“Éste es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo” (Juan 1,29).

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Former NPS Park Ranger, Catholic educator, and Youth Minister, Melissa Lucca now spends her days evangelizing family and neighbors as a stay-at-home mom. She holds an MA in Theology from the Augustine Institute and pursues personal study in her spare time. Melissa loves Ignatian Spirituality, Mother Mary, and rock climbing. If you don’t hear her and her kiddo laughing at home, then they are probably out on an adventure!

Feature Image Credit: David Bumgardner, unsplash.com/photos/a-stained-glass-window-with-a-sheep-holding-a-flag-0yOOTVWznDI

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Jesús está aquí ahora y siempre
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A Voice in Today’s WildernessUna voz en la jungla de hoy día

Today’s Gospel passage is especially relevant as we begin a new year with resolutions and hope. In this reading we hear John’s declaration echoing the words of Isaiah, “I am the voice of one crying out in the desert, ‘Make straight the way of the Lord.’”

John the Baptist gave this declaration to the Levite priests who came from Jerusalem to Bethany to inquire about his identity. The Evangelist describes Bethany as “across the Jordan,” meaning the side nearest to Jerusalem. Throughout John’s Gospel, John the Baptist and Jesus  encounter confrontation, difficulties, and even death threats in Judea, on this side of the Jordan. For example, when Jesus learns of Lazaraus’ death and intends to cross the Jordan to console Mary and Martha, he says to the disciples, “Let us go back to Judea” (Jn 11:7). The disciples remind Jesus, “Rabbi, the Jews were just trying to stone you, and you want to go back there?” (Jn 11:8). 

John the Baptist, by situating himself across the Jordan in Judea, really is a voice in the wilderness – he’s in a place that is unfamiliar with his message, and where some will be hostile and violent to even the idea of an encounter with the Messiah. Yet John persists prophetically by announcing “Make straight the way of the Lord.”

As we contemplate what it means to follow Jesus this year and to spread his message, are we willing to be a voice in the wilderness, wherever that wilderness may be? Whether in family life, at school, or at work, in the coffee shop, or on a street corner? Are we willing to “cross the Jordan,” to step out of the safety of our comfort zones to share the Gospel? May Saint John the Baptist intercede for us, that God may grant us courage and fortitude this year.

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El pasaje del Evangelio de hoy es especialmente relevante al comenzar un nuevo año con propósitos y esperanza. En esta lectura escuchamos la declaración de Juan que hace eco de las palabras de Isaías: “Yo soy la voz del que grita en el desierto: ‘Enderecen el camino del Señor’”.

Juan el Bautista dio esta declaración a los sacerdotes levitas que vinieron de Jerusalén a Betania para preguntar sobre su identidad. El evangelista describe a Betania como “al otro lado del Jordán”, es decir, el lado más cercano a Jerusalén. A lo largo del Evangelio de Juan, Juan el Bautista y Jesús encuentran enfrentamientos, dificultades e incluso amenazas de muerte en Judea, en este lado del Jordán. Por ejemplo, cuando Jesús se entera de la muerte de Lázaro y tiene la intención de cruzar el Jordán para consolar a María y Marta, dice a los discípulos: “Volvamos a Judea” (Jn 11,7). Los discípulos le recuerdan a Jesús: “Maestro, los judíos querían apedrearte, ¿y quieres volver allá?” (Jn 11,8).

Juan Bautista, al situarse al otro lado del Jordán, en Judea, es realmente una voz en el desierto: se encuentra en un lugar que no está familiarizado con su mensaje y donde algunos serán hostiles y violentos incluso ante la idea de un encuentro con el Mesías. Sin embargo, Juan persiste proféticamente al anunciar: “Enderecen el camino del Señor”.

Al contemplar lo que significa seguir a Jesús este año y difundir su mensaje, ¿estamos dispuestos a ser una voz en el desierto, donde sea que esté ese desierto? Ya sea en la vida familiar, en la escuela o en el trabajo, en el café o en la esquina de la calle? ¿Estamos dispuestos a “cruzar el Jordán”, a salir de la seguridad de nuestras zonas de confort para compartir el Evangelio? Que San Juan Bautista interceda por nosotros, para que Dios nos conceda valor y fortaleza este año.

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Elizabeth Tomlin is the author of Joyful Momentum: Building and Sustaining Vibrant Women’s Groups and contributing author to the Ave Prayer Book for Catholic Mothers. She is General Counsel for the Archdiocese for the Military Services, USA. Elizabeth is an Army wife and mother of three and currently lives in Oklahoma. You can find her at @elizabethannetomlin on social media and she blogs at JoyfulMomentum.org 

Feature Image Credit: Kevin_Snyman, pixabay.com/photos/jerusalem-olive-tree-israel-holy-5124750/

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Una voz en la jungla de hoy día
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Mary Kept All These Things in Her HeartMaría guardaba todas estas cosas en su corazón

Mary and Joseph have not been asked to walk an easy path. They have had to wrestle with the unknown, travel to a distant land, be denied a clean and warm place to stay and give birth, and make use of an animals’ feeding trough for their Child’s first bed. The King of the Universe is reduced to living at the level of an animal.

The shepherds, who in the eyes of observant Jews already live almost at the level of an animal, are blessed by an angelic Christmas concert and sent to be the first witnesses of this earth-shattering event: they rush to find Christ with his humble parents and enter the first Christian church. They then went and told others this amazing story, glorifying and praising God for this mysterious fulfillment of God’s Promise. Did others rush to see for themselves? The Gospel does not tell us. We only know that the shepherds were amazed.

It does tell us something subtle that reveals the inner workings of the heart of our Mother and the Mother of God: “Mary kept all these things, reflecting on them in her heart.” God did not reveal to Mary or Joseph a step-by-step plan for how they were to bring the Messiah into the world, or teach the One through Whom all things were made about the world, or raise the One Who called the Chosen People and gave them the Law how to live within the Law of the Chosen People. They had to walk day by day in faith, without any bullet points or instructions, except those revealed to them in the depths of their obedient hearts (and sometimes in a dream). It was with loving trust that Mary held all that happened in her heart, observing the workings of God, repeating her fiat in every moment and never drawing back from it, even when it was hard to understand, even when it was difficult and painful.

Today, as we lift our prayers in honor of Mary, the Mother of God, on the eighth day of the Eight Days of Christmas, let us ask her to help us ponder God’s action in our hearts with the same loving obedience and trust. Let us ask her to help us be as eager as the shepherds to gather around the manger near her and St. Joseph, to receive the warm light of God’s gentle love. And let us ask her to be a mother to each of us, as Christ gave us his own Mother as his last gift from the Cross.

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A María y José no se les ha pedido que sigan un camino fácil. Han tenido que luchar con lo desconocido, viajar a una tierra lejana, se les ha negado un lugar limpio y cálido donde quedarse y dar a luz, y utilizar un comedero para animales como primera cama para su Hijo. El Rey del Universo se ve reducido a vivir al nivel de un animal.

Los pastores, que a los ojos de los judíos observantes ya viven casi al nivel de un animal, son bendecidos por un concierto de Navidad angelical y enviados a ser los primeros testigos de este evento trascendental: corren a encontrar a Cristo con sus humildes padres y entran en la primera iglesia cristiana. Luego fueron y contaron a otros esta asombrosa historia, glorificando y alabando a Dios por este misterioso cumplimiento de la Promesa de Dios. ¿Se apresuraron otros a verlo por sí mismos? El Evangelio no nos dice. Solo sabemos que los pastores estaban asombrados.

Nos dice algo sutil que revela el funcionamiento interno del corazón de nuestra Madre y de la Madre de Dios: “María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón”. Dios no reveló a María ni a José paso por paso un plan de cómo debían traer al Mesías al mundo, o enseñar a Aquel por medio de Quien se hicieron todas las cosas en el mundo, o criar a Aquel que llamó al Pueblo Elegido y le dio la Ley, cómo vivir dentro de la Ley del mismo Pueblo Elegido. Tuvieron que caminar día a día en la fe, sin viñetas ni instrucciones, excepto aquellas que se les revelaban en lo más profundo de sus corazones obedientes (y a veces dentro de un sueño). Fue con amorosa confianza que María guardaba todo lo que sucedía en su corazón, observando las obras de Dios, repitiendo su fiat en cada momento y nunca retractándose de él, incluso cuando era difícil de entender, incluso cuando era duro y doloroso. 

Hoy, al elevar nuestras oraciones en honor de María, la Madre de Dios, en el octavo día de los Ocho Días de Navidad, pidámosle que nos ayude a reflexionar sobre la acción de Dios en nuestros corazones con la misma obediencia y confianza amorosa. Pidámosle que nos ayude a estar tan deseosos como los pastores de reunirse en torno al pesebre, cerca de ella y de San José, para recibir la cálida luz del tierno amor de Dios. Y pidámosle que sea madre para cada uno de nosotros, como Cristo nos dio a su propia Madre como su último regalo desde la Cruz.

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Kathryn Mulderink, MA, is married to Robert, Station Manager for Holy Family Radio. Together they have seven children (including Father Rob), and eleven grandchildren. She is President of the local community of Secular Discalced Carmelites and has published five books and many articles. Over the last 30 years, she has worked as a teacher, headmistress, catechist, Pastoral Associate, and DRE, and as a writer and voice talent for Catholic Radio. Currently, she serves the Church by writing and speaking, and by collaborating with various parishes and to lead others to encounter Christ and engage their faith. Her website is www.KathrynTherese.com

Feature Image Credit: falco, pixabay.com/photos/nativity-scene-crib-barn-joseph-212549/

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María guardaba todas estas cosas en su corazón
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Jesus: God’s Free and Generous Gift / Jesús: El Don Gratuito Y Generoso De Dios

“But to those who did accept him he gave power to become children of God.”

We are on the threshold of a new year yet still in the midst of the celebration of the birth of Our Lord, the Word made Flesh, God-with-us, Jesus, Prince of Peace and King of Kings. 

These days around Christmas and New Years are often punctuated with more than the usual religious observance. Those who never come to Church except at Christmas have been flooded with the light of the Star and the radiance of the Child’s face, perhaps without even being aware that what they so deeply long for has been bestowed on them as a gift. Those of us who celebrate the Eucharist more often, or even weekly, have somehow had our hearts moved by the telling anew of the story that God so loved us that he chose to reach into our lives, to intervene in the history of humanity, in order to claim us as his children. 

To “accept him” implies that someone else has given us something—or Someone—and we have the choice of receiving this gift. Every Advent-Christmas Season we take time to ponder and wonder at how God has chosen us before we have chosen him. How foolish are we who act as though we possessed the higher authority to tell God whether he was acceptable to us or not! No. We who were completely unacceptable were received by God through a free act of his mercy. 

Christmas reminds us, as does the Prologue of John read at Mass today, that God’s love to us is completely unmerited, often unsought, sometimes not accepted. Yet God, year after year reminds us of his free choice for us, his marvelous gift, his magnanimous generosity to shower us with grace upon grace. 

I like to think of Christmas as a rehearsal for our performance in the upcoming new year. At Christmas we rehearse in a sacred season what we should live out in the more profane spaces of our life. God chooses us and we learn to choose others in love and self-sacrifice in the world. God comes to us in the vulnerability and humility of a Babe, and we find the courage to proclaim and to live the beauty of virtues that have been rejected by the society around us. God lifts us up and we find ourselves seeking ways to lift up the world around us, the people, nature, media, so that others might one day receive and accept what we have been so extravagantly given, we who do not deserve such generosity. 

And finally, with our eyes shining with the radiance of the Star and the beauty of the Child’s Face we proclaim that there is more to life than what we see around us, what impinges on our wellbeing, what threatens our futures. God cares. God is here. God gives himself to us that we might be saved even from our very selves. And that is why today we say both Have a Blessed Christmas and a Happy New Year! 

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“Pero a todos los que lo recibieron les concedió poder llegar a ser hijos de Dios.”

Estamos en el umbral de un nuevo año pero todavía en medio de la celebración del nacimiento de Nuestro Señor, la Palabra hecha Carne, Dios-con-nosotros, Jesús, Príncipe de Paz y Rey de Reyes.

Estos días alrededor de Navidad y Año Nuevo a menudo están marcados con más de la observancia religiosa habitual. Aquellos que solo van a la Iglesia durante las Navidades han sido inundados por la luz de la Estrella y el resplandor del rostro del Niño, quizás sin darse cuenta de lo que tanto anhelan les ha sido otorgado como un don. Quienes celebramos la Eucaristía más a menudo, o incluso semanalmente, de alguna manera nos ha conmovido el corazón al contar de nuevo la historia de que Dios nos amó tanto que eligió entrar en nuestras vidas, intervenir en la historia de la humanidad, para reclamarnos como sus hijos.

“Recibir” implica que alguien más nos ha dado algo, o Alguien, y tenemos la opción de aceptar este regalo. Cada temporada de Adviento-Navidad nos tomamos un tiempo para reflexionar y preguntarnos cómo Dios nos ha elegido antes de que lo hayamos elegido. ¡Qué necios somos los que actuamos como si tuviéramos la autoridad superior para decirle a Dios si Él era aceptable para nosotros o no! No es así. Nosotros, que éramos completamente inaceptables, fuimos recibidos por Dios mediante un acto gratuito de su misericordia.

La Navidad nos recuerda, como lo hace el Prólogo de Juan leído en la Misa de hoy, que el amor de Dios por nosotros es completamente inmerecido, a menudo no buscado, a veces no aceptado. Sin embargo, Dios, año tras año, nos recuerda de su libre elección por nosotros, su maravilloso don, su magnánima generosidad para colmarnos de gracia sobre gracia.

Me gusta pensar en la Navidad como un ensayo para nuestro comportamiento durante el nuevo año. En Navidad ensayamos durante un tiempo sagrado lo que debemos vivir en los espacios más profanos de nuestras vidas. Dios nos elige y nosotros aprendemos a elegir a los demás en amor y abnegación en el mundo. Dios viene a nosotros en la vulnerabilidad y la humildad de un Niño, y encontramos el coraje de proclamar y vivir la belleza de las virtudes que han sido rechazadas por la sociedad que nos rodea. Dios nos levanta y nos encontramos buscando formas de levantar el mundo que nos rodea, la gente, la naturaleza, los medios de comunicación, para que otros algún día puedan recibir y aceptar lo que se nos ha dado tan extravagantemente, nosotros que no merecemos tanta generosidad.

Y finalmente, con nuestros ojos brillando con el resplandor de la Estrella y la belleza del Rostro del Niño, proclamamos que hay más en la vida que lo que vemos a nuestro alrededor, lo que afecta nuestro bienestar, lo que amenaza nuestro futuro. A Dios le importa y Dios está aquí. Dios se da a sí mismo para salvarnos incluso de nosotros mismos. Y es por eso que hoy decimos ¡Feliz Navidad!  y ¡Feliz Año Nuevo!

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Sr. Kathryn J. Hermes

Sr. Kathryn James Hermes, FSP, is an author and offers online evangelization as well as spiritual formation for people on their journey of spiritual transformation and inner healing. Website: www.touchingthesunrise.com My Books: https://touchingthesunrise.com/books/
Public Facebook Group: https://www.facebook.com/groups/srkathrynhermes/ HeartWork Spiritual Formation Group: https://touchingthesunrise.com/heartwork/

Feature Image Credit: David Trinks, unsplash.com/photos/a-statue-of-a-child-with-a-blanket-on-its-head-XjynBYpg_Bo

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The Holy Family / La Sagrada Familia

Growing up, I had an aunt who loved Santa. No matter the season, there were Santa pictures and statues up around her house. It was a Santa explosion at Christmas. For another aunt, it was cows (she and her husband raised them so this made sense). Each time we visited, my siblings and I would see if we could count how many we could find in the house. We always came up with a different number, but it was usually over 100. 

As I look around my own home, I have come to realize that perhaps this tendency to theme our house has found its way into my own decorating style. For us, it’s images of the Holy Family. In nearly every room of the house, there is at least one picture or statue of the Holy Family, sometimes two or three. There is something I find so intriguing about this little family, something so beautiful, I can’t help but surround myself and my family with them.

Our Gospel today concludes with actions every good Jewish family did. Mary and Joseph, having fulfilled the prescriptions of the law after having a child, returned back to their home to live their normal lives. There is something mundane and almost anticlimactic about this scene. They did what they were supposed to do and then they went home. 

How many Sundays has my family done the same. We go to Mass, fulfilling our Sunday obligation, and then we go home to continue living our normal lives. There is a catch, however. The last line of today’s Gospel tells us that “The child grew and became strong, filled with wisdom, and the favor of God was upon him.” While Mary, Joseph, and Jesus did lead everyday ordinary lives in these days, something special and unique was still at work in their home. 

They lived in perfect accordance with God’s Will. Mary, being immaculate and without sin, had united herself fully to God’s Will when she offered her fiat, her yes to participate in His plan for salvation. Joseph, though not immaculate, was especially chosen by God to accompany Mary and Jesus, which he did with his whole heart. Jesus, in His humanness, obediently learned from Mary and Joseph how to love God and love life. 

They lived in harmony, even when their life was difficult. They lived in unity, while each being their own unique persons. They lived to serve God and to fulfill His every desire and commandment. These are the things I want said about my own family. When I look at the various images I have of the Holy Family, I am reminded of the love they shared and their willingness to put God first above all things, even on the most ordinary days of the week.

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Cuando era niña, tenía una tía que a Papá Noel le encantaba. Sin importar la época del año, había imágenes y estatuas de Papá Noel en su casa. Durante las Navidades había una cantidad enorme de Papá Noeles por toda la casa. Para otra tía, eran las vacas (ella y su esposo las criaban, así que esto tenía sentido). Cada vez que visitábamos a mis tíos, mis hermanos y yo intentábamos contar cuántas vacas habían en la casa. Siempre encontrábamos un número diferente, pero normalmente eran más de 100.

Al mirar alrededor de mi propia casa, me he dado cuenta de que tal vez esta tendencia a darle un toque temático a la casa se haya reflejado en mi estilo de decoración también. Para nosotros, son imágenes de la Sagrada Familia. En casi todos los cuartos hay por lo menos una imagen o estatua de la Sagrada Familia, a veces dos o tres. Hay algo que encuentro tan intrigante en esta pequeña familia, algo tan hermoso, que no puedo evitar rodearme a mí y a mi familia de ellos.

El Evangelio de hoy concluye con acciones que hacía toda buena familia judía. María y José, habiendo cumplido con las prescripciones de la ley después de tener un hijo, regresaron a su casa para seguir con la vida normal. Hay algo mundano y casi anticlimático en esta escena. Hicieron lo que se suponía que debían hacer y luego se fueron a su casa.

¿Cuántos domingos mi familia ha hecho lo mismo? Vamos a misa, cumplimos con nuestra obligación dominical, y luego nos vamos a casa para seguir viviendo la vida normal. Sin embargo, hay un truco. La última línea del Evangelio de hoy nos dice que “El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él.” Si bien María, José y Jesús llevaban vidas normales y corrientes en esos días, algo especial y único todavía estaba pasando en su hogar.

Vivían en perfecta conformidad con la voluntad de Dios. María, siendo inmaculada y sin pecado, se había unido plenamente a la voluntad de Dios cuando ofreció su fiat, su sí para participar en Su plan de salvación. José, aunque no era inmaculado, fue elegido especialmente por Dios para acompañar a María y Jesús, lo que hizo con todo su corazón. Jesús, en su humanidad, aprendió obedientemente de María y José a amar a Dios y a querer la vida.

Vivieron en armonía, incluso cuando su vida era difícil. Vivieron en unidad, siendo cada uno una persona única. Vivieron para servir a Dios y para cumplir todos sus deseos y mandamientos. Estas son las cosas que quiero que se digan de mi propia familia. Cuando miro las diversas imágenes que tengo de la Sagrada Familia, recuerdo el amor que compartían y su voluntad de poner a Dios en primer lugar por encima de todas las cosas, incluso en los días más comunes de la semana.

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Kate Taliaferro is an Air Force wife and mother. She is blessed to be able to homeschool, bake bread and fold endless piles of laundry. When not planning a school day, writing a blog post or cooking pasta, Kate can be found curled up with a book or working with some kind of fiber craft. Kate blogs at DailyGraces.net.

Feature Image Credit: Andrés Oliver Joya Zapata, pexels.com/photo/statue-of-virgin-mary-saint-joseph-and-baby-jesus-19947173/

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Why? / ¿Por qué?

“But they did not understand what he said to them.”

Mary and Joseph have just experienced every parent’s worst nightmare: their son was missing for THREE DAYS, as they searched and asked and retraced the steps of their journey. Imagine their relief when they returned to the Temple and saw him at last. Surely they ran to him with joy and exasperation, only to hear his answer, “Why were you looking for me?” Why? WHY?!

Of course they did not understand what he said to them. Their hearts had gone through the wringer of fear and anxiety, their imaginations had probably thought of worse case scenarios, their minds could not understand why he would separate himself from the ones who loved him and had supplied his every need in every moment of his life up until then. And he seems to give a dismissive answer, “Why were you looking for me? Did you not know that I must be in my Father’s house?” Like a sword to the hearts of Joseph and Mary, his response does not seem to take their anxieties into account.

This is hard to understand, so hard that Mary must store it away to ponder later, as we are told she “kept all these things in her heart.” But he returns to their home in Nazareth, and is obedient to them.

This Holy Family did not have a schedule given to them from Heaven. Yes, they were holy; yes, Jesus was the Incarnate Son of God; yes, Mary was sinless; yes, Joseph was a just man. They were good Jews, subject to the Jewish Law and open to the will of the Father. But they did not know where the will of the Father would take them. It took them to Bethlehem when they should have been preparing at home for the birth of Jesus. It took them to Egypt for several years to flee the murderous rage of Herod when they wanted to return home with their infant. It took them back to Nazareth at last, where they raised a child they knew to be the Messiah. And it took them over a painful journey of three days to find him in the Temple.

What did this require of them? The same thing that it requires of us: loving trust. They are the model for us of a life of love and trust, obedience and patience, great faith and hope and humility, knowing the will of the Father is always for our good, even when it is difficult.

Let us pray for the grace to continue to submit ourselves to the will of the Father, especially when it is hard to understand, when it seems something else would be better, when it costs us. It is then that our trust is deepened and our love grows.

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“Ellos no entendieron la respuesta que les dio.”

María y José acababan de experimentar la peor pesadilla de todo padre: su hijo se desapareció por TRES DÍAS, mientras lo buscaban, preguntaban por él y volvían a seguir los pasos de su viaje. Imaginen su alivio cuando regresaron al Templo y por fin lo vieron. Seguramente corrieron hacia él con alegría y exasperación, solo para escuchar su respuesta: “¿Por qué me andaban buscando?” ¿Por qué? ¡¿POR QUÉ?!

Por supuesto que no entendieron lo que les dijo. Sus corazones habían sufrido demasiado por el miedo y la ansiedad, su imaginación probablemente había pensado en los peores escenarios, sus mentes no podían entender por qué se había separado de quienes lo amaban y habían provisto cada necesidad en cada momento de su vida hasta ese momento. Y parece dar una respuesta despectiva: “¿Por qué me andaban buscando? ¿No sabían que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?” Como una espada en los corazones de José y María, su respuesta no parece tener en cuenta sus ansiedades. Esto es difícil de entender, tan difícil que María tiene que guardarlo para meditarlo más tarde, ya que se nos dice que ella “guardaba todas estas cosas en su corazón”. Pero él regresa a su hogar en Nazaret y les es obediente.

La Sagrada Familia no tenía un horario dado desde el Cielo. Sí, eran santos; sí, Jesús era el Hijo encarnado de Dios; sí, María no tenía pecado; sí, José era un hombre justo. Eran buenos judíos, sujetos a la ley judía y abiertos a la voluntad del Padre. Pero no sabían a dónde los llevaría la voluntad del Padre. Los llevó a Belén cuando deberían haber estado preparándose en casa para el nacimiento de Jesús. Los llevó a Egipto durante varios años para huir de la furia asesina de Herodes cuando quisieron regresar a casa con su bebé. Los llevó de regreso a Nazaret por fin, donde criaron a un niño que sabían que era el Mesías. Y los llevó a un doloroso viaje de tres días para encontrarlo en el Templo.

¿Qué requirió esto de ellos? Lo mismo que requiere de nosotros: la confianza amorosa. Ellos son para nosotros el modelo de una vida de amor y confianza, de obediencia y paciencia, de gran fe, esperanza y humildad, sabiendo que la voluntad del Padre es siempre para nuestro bien, incluso cuando es difícil.

Oremos por la gracia de seguir sometiéndonos a la voluntad del Padre, especialmente cuando es difícil de entender, cuando parece que otra cosa sería mejor, cuando nos cuesta. Es entonces cuando nuestra confianza se profundiza y nuestro amor crece.

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Kathryn Mulderink, MA, is married to Robert, Station Manager for Holy Family Radio. Together they have seven children (including Father Rob), and eleven grandchildren. She is President of the local community of Secular Discalced Carmelites and has published five books and many articles. Over the last 30 years, she has worked as a teacher, headmistress, catechist, Pastoral Associate, and DRE, and as a writer and voice talent for Catholic Radio. Currently, she serves the Church by writing and speaking, and by collaborating with various parishes and to lead others to encounter Christ and engage their faith. Her website is www.KathrynTherese.com

Feature Image Credit: Mccartyv, pixabay.com/photos/nativity-christmas-mary-joseph-447767/

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We Still Grieve the Holy Innocents / Seguimos Apenados por los Santos Inocentes

Today in the Gospel of Matthew we not only read about one of the most faithful men in the Bible, but we read about one of the most devastating events in the Bible. First we hear about St. Joseph’s obedience, and then we remember the Holy Innocents. 

St. Joseph was not just the foster father of Christ; he was the faithful husband who took care of Mary when she was expecting Baby Jesus. He supported Mary throughout her pregnancy and through Jesus’ birth. He protected Mary and Jesus when King Herod sought to kill Him. And we can assume that he taught Jesus carpentry and served as a valuable role model for how a father and husband should treat his family. Although we never hear any spoken words of St. Joseph in the Bible, we can discern from his actions that he was obedient, loving, kind, and generous. We know that he was the very epitome of what a father and husband should be.

The Holy Innocents were baby boys under the age of two whom King Herod ordered to be killed after he learned that Baby Jesus was born. Herod felt so threatened by Jesus that he couldn’t stand to let any baby boy within that age range continue to live. This infanticide still shocks and saddens us today.

These two men show us both love and the antithesis of love. Joseph was a compassionate father who cared for his family. Herod was a king who should have had the best interests of his people at heart, but who, in a horrible display of hatred, ordered the slaughter of the innocents. 

Though some estimates offer higher numbers, today’s estimates say that about 14,000 babies were killed. Regardless of the actual number, we know that all of those children were senselessly and needlessly killed. The grief the parents felt must have been crushing. 

As we think about this model father and these lost babies today, let us reflect on the fathers in our lives, the kind of father we want for our children, and the kind of father you are if you are a father. Let us also think about the holy innocents of our day—the 2,900 babies killed every day in the US through abortion. Let us pray for their souls, for their mothers and fathers, and for the souls of everyone involved in the abortion industry.

Herod is alive and well in abortion clinics today, but we have the power to help stop this modern-day slaughter of the innocents. And so we need the intercession of St. Joseph to pray for families, to give strength to fathers, and to protect all babies who are in danger of abortion. St. Joseph, pray for us!

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Hoy, en el Evangelio de Mateo, no solo leemos acerca de uno de los hombres más fieles de la Biblia, sino también acerca de uno de los eventos más devastadores de la Biblia. Primero escuchamos acerca de la obediencia de San José, y luego recordamos a los Santos Inocentes.

San José no solo fue el padre adoptivo de Cristo; fue el esposo fiel que cuidó de María cuando estaba esperando al Niño Jesús. Apoyó a María durante su embarazo y durante el nacimiento de Jesús. Protegió a María y a Jesús cuando el rey Herodes intentó matarlo. Y podemos asumir que le enseñó a Jesús carpintería y sirvió como un valioso modelo a seguir de cómo un padre y esposo debe tratar a su familia. Aunque nunca escuchamos ninguna palabra hablada de San José en la Biblia, podemos discernir de sus acciones que era obediente, amoroso, amable y generoso. Sabemos que él era el epítome mismo de lo que un padre y esposo debe ser.

Los Santos Inocentes eran niños varones menores de dos años que el rey Herodes ordenó matar después de enterarse de que había nacido el Niño Jesús. Herodes se sintió tan amenazado por Jesús que no podía soportar que ningún niño de esa edad siguiera con vida. Este infanticidio todavía nos conmociona y entristece hoy.

Estos dos hombres nos muestran tanto el amor como la antítesis del amor. José era un padre compasivo que se preocupaba por su familia. Herodes era un rey que debería haber tenido en el corazón los mejores intereses de su pueblo, pero que, en una horrible muestra de odio, ordenó la matanza de los inocentes.

Aunque algunas estimaciones ofrecen cifras más altas, las estimaciones actuales indican que se mató a unos 14.000 bebés. Independientemente de la cifra real, sabemos que todos esos niños fueron asesinados sin sentido ni necesidad. El dolor que sintieron los padres debe haber sido devastante.

Al pensar en este padre modelo y en estos bebés perdidos hoy, reflexionemos sobre los padres en nuestras vidas, el tipo de padre que queremos para nuestros hijos y el tipo de padre que eres si eres padre. Pensemos también en los santos inocentes de nuestros días: los 2.900 bebés que mueren cada día en Estados Unidos a causa del aborto. Oremos por sus almas, por sus madres y padres, y por las almas de todos los que participan en la industria del aborto.

Hoy Herodes sigue vivo en las clínicas de abortos, pero tenemos el poder de ayudar a detener esta matanza moderna de inocentes. Por eso necesitamos la intercesión de San José para orar por las familias, para dar fuerza a los padres y para proteger a todos los bebés que corren peligro de ser abortados. ¡San José, ruega por nosotros!

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Susan Ciancio has a BA in psychology and a BA in sociology from the University of Notre Dame, with an MA in liberal studies from Indiana University. For the past 19 years, she has worked as a professional editor and writer, editing both fiction and nonfiction books, magazine articles, blogs, educational lessons, professional materials and website content. Thirteen of those years have been in the pro-life sector. Currently Susan freelances and writes weekly for HLI, edits for American Life League, and is the executive editor of Celebrate Life Magazine. She also serves as executive editor for the Culture of Life Studies Program—an educational nonprofit program for K-12 students. You can reach her at slochner0.wixsite.com/website.

Feature Image Credit: Joshua Taylor, unsplash.com/photos/a-close-up-of-a-person-holding-a-baby-IFJeki_f9_4

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